Mundial: La doble ignorancia del Islam y de la libertad
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Soheib Bencheikh A consecuencia de la publicación de unas caricaturas con respecto a la persona del Profeta, por razones probablemente malintencionadas, la reacción de ciertos musulmanes se sitúa más allá del surrealismo.
Unos regímenes “musulmanes” y ciertas organizaciones “islámicas” como la UOIF (Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia) en Francia por ejemplo, llegan hasta la exigencia patética de excusas solemnes de los jefes de gobierno de los países donde se han publicado las caricaturas. En Francia el acontecimiento ha tomado grandes proporciones.
Esta reivindicación insólita desde tiempo remoto, nos plantea muchos interrogantes.
¿Ignoran estos musulmanes la enseñanza coránica que nos incita a trascender las polémicas? ¿No tienen en su corazón el versículo, ”y cuando ellos (los creyentes) son increpados por los ignorantes, dicen : Paz”? ¿No saben que el Profeta mismo sufrió las angustias y las injurias más humillantes? Cuando los politeístas de su época le calificaban de fabulador e impostor, no les torció el cuello sino que les respondió: “Dios será nuestro juez el día de la retribución.”
¿Ignoran estos musulmanes que el Islam que tradujo y estudió las filosofías más ateístas y que argumentó frente a las ideologías más temibles, destructoras y sembradoras de dudas, no puede temblar hoy frente a un dibujo caricaturesco y de mal gusto?
Sin embargo una religión segura de sí misma, convencida de su solidez, no puede huir de las críticas y los cuestionamientos. Entonces ¿cómo quieren que las bases del Islam vacilen hoy frente a una fútil provocación?
En cuanto a la otra ignorancia, es todavía más grave.
¿Ignoran estos musulmanes que la más completa libertad de expresión es un edificio común a todos los pensamientos, construido por todas las convicciones, incluso las más contradictorias e inasimilables? Todo humano tiene derecho de ser aceptado, que sea hermoso o feo, loco o cuerdo, provocador o responsable. ¿Hace falta recordar que es gracias a esta misma libertad de expresión que el Islam mismo puede hacerse oír en todo momento en los países democráticos? ¿Quien impide a un musulmán, en Francia o en otros sitio en Europa, de proponer sus valores? ¿Quien pone trabas a un creyente que quiere publicar sus convicciones? ¿No está permitido a todos los ciudadanos, incluido a los musulmanes, criticar cualquier proyecto o promover cualquier acción?
En el momento en que el Islam no tiene buena prensa en Occidente, es gracias a esta misma libertad de expresión que nosotros, los musulmanes, podemos defendernos plenamente.
Mi sorpresa es grande cuando veo que toda una movilización diplomática, inédita en la historia de los países musulmanes, se pone en marcha para presionar a jefes de Estados y de Gobiernos con el fin de obtener sus excusas y su mea culpa. No obstante, estos mismo gobiernos y estos mismos jefes de Estados no han estado fuera del alcance de la sátira más hiriente y de la caricatura más cáustica.
Cuando ciertos países árabes boicotean con medidas diplomáticas y económicas a Dinamarca, país tranquilo y pacifico, ¿qué pensar de su docilidad frente a los Estados Unidos a quien están desgraciadamente entregados, maniatados?
En cuanto al apoyo de los rabinos y la Iglesia en Francia, no puede más que suscitar los vivos y sinceros agradecimientos de los musulmanes por esta solidaridad abierta. Pero nos gustaría tenerla también para los hombres y mujeres, musulmanes de Palestina, Irak, Chechenia y de otras partes, privados de sus derechos fundamentales y víctimas de atropellos a su dignidad.
El verdadero debate está en otra parte. Se trata, en realidad de la yuxtaposición de dos derechos absolutos: el derecho a tener convicciones religiosa completamente respetadas, no fustigadas ni estigmatizadas y el derecho a expresarse en todo momento, principalmente para comentar o criticar proyectos sociales concretos y acciones políticas palpables. En cuanto a la convicción íntima o metafísica de la gente, no sé si es de la competencia de la liberta de expresión. ¡Reflexionemos!
Soheib Bencheikh
antiguo Muftí de Marsella
Director del Instituto Superior de las Ciencias Islámicas (ISSI)
¿Ignoran estos musulmanes la enseñanza coránica que nos incita a trascender las polémicas? ¿No tienen en su corazón el versículo, ”y cuando ellos (los creyentes) son increpados por los ignorantes, dicen : Paz”? ¿No saben que el Profeta mismo sufrió las angustias y las injurias más humillantes? Cuando los politeístas de su época le calificaban de fabulador e impostor, no les torció el cuello sino que les respondió: “Dios será nuestro juez el día de la retribución.”
¿Ignoran estos musulmanes que el Islam que tradujo y estudió las filosofías más ateístas y que argumentó frente a las ideologías más temibles, destructoras y sembradoras de dudas, no puede temblar hoy frente a un dibujo caricaturesco y de mal gusto?
Sin embargo una religión segura de sí misma, convencida de su solidez, no puede huir de las críticas y los cuestionamientos. Entonces ¿cómo quieren que las bases del Islam vacilen hoy frente a una fútil provocación?
En cuanto a la otra ignorancia, es todavía más grave.
¿Ignoran estos musulmanes que la más completa libertad de expresión es un edificio común a todos los pensamientos, construido por todas las convicciones, incluso las más contradictorias e inasimilables? Todo humano tiene derecho de ser aceptado, que sea hermoso o feo, loco o cuerdo, provocador o responsable. ¿Hace falta recordar que es gracias a esta misma libertad de expresión que el Islam mismo puede hacerse oír en todo momento en los países democráticos? ¿Quien impide a un musulmán, en Francia o en otros sitio en Europa, de proponer sus valores? ¿Quien pone trabas a un creyente que quiere publicar sus convicciones? ¿No está permitido a todos los ciudadanos, incluido a los musulmanes, criticar cualquier proyecto o promover cualquier acción?
En el momento en que el Islam no tiene buena prensa en Occidente, es gracias a esta misma libertad de expresión que nosotros, los musulmanes, podemos defendernos plenamente.
Mi sorpresa es grande cuando veo que toda una movilización diplomática, inédita en la historia de los países musulmanes, se pone en marcha para presionar a jefes de Estados y de Gobiernos con el fin de obtener sus excusas y su mea culpa. No obstante, estos mismo gobiernos y estos mismos jefes de Estados no han estado fuera del alcance de la sátira más hiriente y de la caricatura más cáustica.
Cuando ciertos países árabes boicotean con medidas diplomáticas y económicas a Dinamarca, país tranquilo y pacifico, ¿qué pensar de su docilidad frente a los Estados Unidos a quien están desgraciadamente entregados, maniatados?
En cuanto al apoyo de los rabinos y la Iglesia en Francia, no puede más que suscitar los vivos y sinceros agradecimientos de los musulmanes por esta solidaridad abierta. Pero nos gustaría tenerla también para los hombres y mujeres, musulmanes de Palestina, Irak, Chechenia y de otras partes, privados de sus derechos fundamentales y víctimas de atropellos a su dignidad.
El verdadero debate está en otra parte. Se trata, en realidad de la yuxtaposición de dos derechos absolutos: el derecho a tener convicciones religiosa completamente respetadas, no fustigadas ni estigmatizadas y el derecho a expresarse en todo momento, principalmente para comentar o criticar proyectos sociales concretos y acciones políticas palpables. En cuanto a la convicción íntima o metafísica de la gente, no sé si es de la competencia de la liberta de expresión. ¡Reflexionemos!
Soheib Bencheikh
antiguo Muftí de Marsella
Director del Instituto Superior de las Ciencias Islámicas (ISSI)